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Panshin Beka, cultivadora de cantos y sanación

  • Foto del escritor: Umbrales
    Umbrales
  • 30 abr 2018
  • 2 Min. de lectura

Olivia Arévalo, la última sabia indígena shipibo-konibo


Ayudar a las personas era parte de su vocación, proteger al medio ambiente parte de su lucha, cultivar los cantos de su pueblo era su legado, y ahora esa voz tan peculiar se ha apagado; Olivia Arévalo manifestaba con sus canciones y acciones la herencia ancestral y cultural de sus antepasados.


Olivia Arévalo, líder de la etnia shipibo-konibo en Ucayali (Foto: La Mula)

Era una mujer de 81 años, pequeña, con una voz ronca y única, que emanaba sabiduría pura y disfrutaba ayudando a las personas, había aprendido que hay malestares que no se curan con la medicina de hoy, sino que sanan con la medicina de sus ancestros.


“Cada ceremonia de sanación es una nueva oportunidad para aprender más y fortalecer mi conocimiento para poder ayudar a las personas. Soy feliz cuando la gente se despide de mí sintiéndose mejor ", decía hace un par de años, con una sonrisa en el rostro que nos demostraba que esta era su herencia para con su pueblo.


Todo ese amor por sus tradiciones se vio arrebatado el jueves 20 de abril, con dos certeros balazos en el corazón, que poco a poco dejó de latir y a un ritmo lento se fue apagando, sus ojos ya no se abrieron y esa luz radiante que iluminaba a su etnia querida, solo se extinguió, y los shipibo-konibo perdieron a su líder.


Olivia Arévalo, sabia indígena. A sus 81 años seguía curando (Foto: Swiatoslaw Wojtkowiak)

Ícaros, los cantos de un pueblo

Ícaro, talvez suene raro para nosotros, pero son los cantos sagrados de un pueblo, un pueblo que utiliza el sonido para sanar a aquellos que van en busca de acabar con el dolor que los atormenta.


Transmitir energía es el objetivo, calmar el dolor y sanar con melodías un don, la conexión con la naturaleza era el tratamiento. Estas melodías son sinónimo de tradición, no dejemos que estos cantos se olviden, porque si se olvidan, también la sabiduría de un pueblo se habrá perdido.



Olivia vivió luchando por la naturaleza, por su pueblo, por su sangre, por su tradición; que este grito de justicia sea escuchado, que su legado de protección siga vivo, que su pueblo sepa que existe la justicia, esa es la misión, no dejemos que sea un grito silenciado, ¡Gritemos! Y defendamos lo nuestro, así como Olivia defendió su herencia.





 
 
 

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